Durante su desarrollo, los niños pueden ser desobedientes y protestones con los padres. Cuando este tipo de conductas cuando son frecuentes e interfieren de forma importante en su desarrollo estaríamos ante los denominados trastornos del comportamiento, como el trastorno de conducta, disociales desafiantes y oposicionistas.
Se caracterizan en general por tener escasa tolerancia a la frustración con reacciones de irritabilidad y un patrón de comportamiento desobediente, hostil y desafiante e incluso agresivo hacia padres, profesores y personas de autoridad. También pueden aparecer conductas delictivas, como mentir, robar y hacer novillos reiteradamente. Este tipo de conductas interfiere significativamente en el desarrollo del niño, apareciendo problemas de adaptación y fracaso escolar.
Un aspecto importante en la evaluación es determinar el entorno sociocultural del menor. Un entorno hostil, por ejemplo, la exclusión social o la interacción negativa entre los propios padres y/o entre los padres y el niño pueden favorecer la aparición de estas conductas. También es necesario tener en cuenta los rasgos personales de cada niño, como por ejemplo evaluar la tolerancia a la frustración, impulsividad, etc.
Es fundamental en el tratamiento de este tipo de trastornos crear un vínculo emocional entre familia - hijo y entre terapeuta - hijo. La relación terapéutica fomenta la cooperación de estos jóvenes. La terapia individual se suma al entrenamiento y formación de los padres e intervenciones en el aula y centro escolar.