Muchas son las personas que sufren depresión afectándoles negativamente en sus vidas. Dependiendo de si sufren un trastorno depresivo mayor o síntomas aislados se verán en mayor o menor medida limitadas en sus habilidades y capacidades para desarrollar su vida de forma normal y que antes realizaban con un esfuerzo normales. Se pueden sentir incapaces para levantarse e ir a trabajar, hacer cosas o simplemente asearse. Con el tiempo aparecen problemas en las relaciones sociales y familiares.
Los síntomas más característicos de la depresión son un estado de ánimo deprimido, pérdida de placer en actividades que antes solía disfrutar, pérdida de interés en general, sentimientos excesivos de culpa e inutilidad, problemas de concentración y toma de decisiones e ideas negativas recurrentes de muerte o suicidio. Físicamente puede aumentar o disminuir el peso, aparece fatiga, agotamiento, problemas de insomnio o hipersomnia.
Dentro de los trastornos depresivos podemos distinguir la distimia, que es un proceso depresivo de larga duración, y el trastorno bipolar. En el trastorno bipolar aparecen diferentes combinaciones de episodios depresivos con los episodios de manía, donde la expansividad anímica y cognitiva crean problemas en el funcionamiento cotidiano.
El tratamiento utiliza la perspectiva multidisciplinar, psiquiatra y psicólogo. En ocasiones es necesaria la hospitalización.
Todos estos trastornos depresivos pueden tratarse en terapia para aliviar los síntomas. La mayoría de las personas muestran una recuperación a medio y largo plazo. En otros casos de depresión y en el trastorno bipolar se trata para conseguir un mayor afrontamiento y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y su entorno. Se intenta aumentar la seguridad, autoestima, habilidades interpersonales, solución y afrontamiento de problemas y terapia cognitivo conductual.
